Lo digo de una vez: estamos ante un libro de la mayor importancia.
La herencia de la tribu. Del mito de la Independencia a la Revolución Bolivariana (Alfa, Caracas, 2009) de Ana Teresa Torres se inscribe en una escasa línea de investigación nacional: la que hunde el bisturí hasta las zonas más profundas de nuestra psique colectiva, en busca del corazón de los mitos. Es decir, de las sustancias emocionales que forman el arrecife que detiene el oleaje de la razón.
Torres desmenuza una por una las simplificaciones en que ha incurrido Hugo Chávez desde que encarnó el arquetipo de héroe el 4 de febrero de 1992 y hasta nuestros días. Va buscando el origen de sus creencias, sus petrificaciones conceptuales, en el pasado nacional.
Es obvio que Chávez no es un marciano caído de una nave espacial, es hijo de las propias reducciones mitológicas con que los venezolanos nos hemos explicado las complejidades de nuestra historia. La combinatoria de nuestra mitología nacional es ubicada y analizada por Torres con destreza de cirujano: el mito de la independencia inconclusa y su relación con la Edad de Oro; la sustancia romántica de la figura de Bolívar, su condición crística de héroe traicionado; la idea mesiánica según la cual la tarea del Libertador ha de concluirla otro héroe, que retome la senda perdida y repare el pecado original.
Bisturí adentro, el lector acompaña a Torres que ausculta las vísceras, fascinada, y la sigue en su disección. Advierte, con ella, que la materia es elemental y, seguramente, eficiente en su poder mitologizante.
Concluida la etapa creadora de la democracia y su poder futurista, el venezolano quedó sin «tierra prometida» y a merced de otra utopía.
Entonces, emergió de la memoria independentista un redentor, un hombre con el dominio de la palabra, que ha logrado sustituir la realidad por el verbo. El país se cae a pedazos, pero los seguidores del Tótem lo oyen disertar, embelesados. La voz del redentor se escucha como un mantra, todos los días.
El libro de Torres, además, se iza como una lectura de las ideas que sobre la venezolanidad se han formulado en los últimos años. En este sentido, es una investigación democrática, incluyente y respetuosa.
En las antípodas del monólogo, el libro se va tejiendo a dos voces: la convocada por la agudísima lectora que es Torres, cuando le da pie a la voz ajena y, la propia, que apunta entre un hallazgo y otro y, además, va como hilando entre piedras preciosas una red donde puede mecerse el cuerpo nacional.
Dije red, no dije mesa, ni mármol: hay movimiento.
Al final del recorrido nuestra autora traza un mapa del relato emancipador mitológico, formulado por el redentor. ¿El origen? Un pueblo sometido por un enemigo. ¿El pueblo? El sujeto a quien Chávez emancipa. ¿De quién? De los españoles, de los blancos criollos, de la oligarquía que traicionó a Bolívar, de las potencias extranjeras, de la democracia puntofijista, del Imperio norteamericano, de los golpistas del 11 de abril, de los pitiyanquis de siempre. Su discurso atraviesa el tiempo histórico.
¿El héroe? Todos lo sabemos.
¿El destino? La refundación de la patria, antes; ahora, el socialismo.
¿Estas formulaciones reduccionistas funcionan? Por supuesto, se trata de una explicación, de un relato que la gente sigue y comprende. No importa que sea falso. Claro, no sirve para los que están alertas, los que han sido educados para advertir los matices y los fraudes.
Este libro es indispensable para comprender el chavismo, no sólo porque lo analiza en su work in progress, sino porque lo advierte en el pasado mitológico nacional: su fuente nutricia.
Publicado en El Nacional – Domingo 13 de Diciembre de 2009